Georgia, Georgia,
The whole day through
Just an old sweet song
Keeps Georgia on my mind

I'm say Georgia
Georgia
A song of you
Comes as sweet and clear
As moonlight through the pines

Other arms reach out to me
Other eyes smile tenderly
Still in peaceful dreams I see
The road leads back to you

I said Georgia,
Ooh Georgia, no peace I find
Just an old sweet song
Keeps Georgia on my mind

Other arms reach out to me
Other eyes smile tenderly
Still in peaceful dreams I see
The road leads back to you

Georgia,
Georgia,
No peace, no peace I find
Just this old, sweet song
Keeps Georgia on my mind

I said just an old sweet song,
Keeps Georgia on my mind

Joan-Daniel Bezsonoff: «El catalán es un dialecto de lujo»

1. • El autor ‘Les amnèsies de Déu’ explora la catalanidad de la Catalunya francesa en su obra autobiográfica ‘Un país de butxaca’

–En Un país de butxaca habla del asesinato de una lengua.
–He intentado explicar la catalanidad en la Catalunya Nord y en el Estado francés. Es necesario estudiar la triste historia del catalán en el Rosellón para mostrar lo que puede pasar en Catalunya si badeu.

–Pero dice que hace 20 años que el catalán se muere en la Catalunya francesa y aún vive.
–Va aguantando. Pero en Catalunya hay gente que viene de fuera, muchos hispanos, y a ellos no les hace falta aprender catalán para entenderse. Habrá un momento en que ya no se podrá aguantar porque no hay un estado detrás y al Estado español no le interesa la supervivencia del catalán, al contrario, quiere su desaparición y lo que hemos vivido allá puede pasar aquí. Lo cuento a través de una historia familiar que permite comprender cómo está desapareciendo el catalán en el Rosellón. Aquí es más complicado porque hay un sentimiento nacional, etcétera. Pero ya veremos dentro de 50 años.

–¿Cuál es la solución?
–En el Rosellón, nosotros os necesitamos y vosotros no nos necesitáis. No es nada positivo para una lengua perder parte de su territorio. El catalán es una lengua poco difundida y si empezamos a perder el Rosellón, el Empordà... ¿qué queda? Lo que hay que hacer es intensificar las relaciones personales entre las dos bandas de Catalunya y con el País Valenciano e intentar crear un espacio catalán real con la gente. Ya existe un espacio cultural catalán: hay revistas, periódicos... pero tenemos que intensificar las relaciones personales, amistosas, amorosas... viajando, hablando con la gente del país. Hay que romper las fronteras mentales.

–Así, ¿la cultura no es suficiente?
–Catalunya es un caso muy curioso y extraño: es un país sin serlo, siéndolo. Tenemos una literatura importante, hay periódicos, tenemos Tintín en catalán... pero no tenemos paquetes de tabaco, ni pornografía en catalán. Y si quieres documentarte sobre la segunda guerra mundial en catalán, por ejemplo, no encuentras nada. El catalán es un gigante entre las lenguas pequeñas y un enano entre las importantes. Yo lo llamo un dialecto de lujo. Jugamos en la Liga de Campeones pero somos un club de Segunda División. Yo he querido explicar esta situación triste de una manera divertida.

–Sus abuelos, els padrins, le descubrieron la catalanidad.
–Me dieron las llaves del coche, después con el coche he ido donde yo he querido. Pero sin las llaves no lo puedes arrancar. La lengua es la llave.

–Se emociona cuando escribe de su abuelo pero no tanto con su padre.
–Quería mucho a aquel hombre. Mi tío Jaume tenía un catalán extraordinario, de la Cerdanya francesa, pero siempre decía que el catalán no es un idioma, ni una lengua, que era una mierda, que no servía para nada... y mi padre encantado, decía que escuchara a mi tío. Fue insoportable oír estas tonterías, esta humillación permanentemente, durante mi infancia y adolescencia. En la Catalunya Nord lo más importante es Francia, sus referentes son franceses y les han inculcado que el catalán es una lengua de segunda. Sin embargo, a la gente le duele que el catalán desaparezca pero no lo habla.

–Apellido ruso, nacido en Perpinyà, escritor en catalán... En la mili leía el Diccionari de Pompeu Fabra. En París buscaba catalanes en las zonas turísticas. En Prada, en la Universitat Catalana d’Estiu, Jean-Daniel se convirtió en Joan-Daniel.
–En la mili me catalanicé del todo. En París encuentras gente que habla catalán. Prada es como el agua de Lourdes, milagroso. Sales purificado.

–Cuando publicó Una educació francesa dijo que se estaba curando de ser francés. ¿Se ha curado ya?
–No del todo. Ahora, con este libro, me gustaría que la llengua dels avis tornés a ser la llengua dels llavis. ¡A ver cómo lo traduce al español!

A los veinte años, decidí que a partir de entonces hablaría y escribiría preferentemente en catalán". Con esta determinación, Joan-Daniel Bezsonoff (Perpiñán, 1963) pasaba a convertirse en un autor catalán. Aunque sus raíces catalanas las tuvo claras muchos años antes. En Els taxistes del tsar,el escritor norcatalán rastreó sus orígenes rusos (por vía paterna) y en Una educació francesa exploró su infancia y su etapa formativa en Francia. Ahora cierra esta especie de trilogía íntima sobre su identidad plural con Un país de butxaca (Empúries), donde relata el descubrimiento de su catalanidad. "Este libro es mi geografía sentimental de Catalunya - dice-y la expresión de mi deseo de que la llengua dels avis fos la llengua dels llavis"(la lengua de los abuelos fuera la lengua de los labios).Bezsonoff rinde homenaje a la lengua catalana, que sus abuelos maternos - su segundo apellido es Montalat-le transmitieron. "Viví con ellos a partir de los seis años, y el catalán está asociado para mí al afecto y ternura que me brindaron".  Sin embargo, Bezsonoff nunca estudió el catalán, mientras que, paradójicamente, sí se formó, de manera académica, en castellano. "Llegó un momento en que me pareció absurdo poder escribir un comentario sobre el Quijote o La Regenta,con un vocabulario rico y preciso y, en cambio, ser incapaz de escribir una carta correcta en catalán. Y decidí transformar mi conocimiento pasivo en activo". Se puso manos a la obra, y adquirió el método Assimil El catalán sin esfuerzo.Al que seguirían otras lecturas: La nacionalitat catalana,de Prat de la Riba, La plaça del Diamant,de Rodoreda, Bearn,de Villalonga, que traduciría al francés por su cuenta... 

Hoy, cinco lustros después de su decisión, Bezsonoff forma, con Joan-Lluís Lluís, el tándem de autores catalanes más sólidos del Rosellón. Varias de sus novelas (La guerra dels cornuts, Les amnèsies de Déu)han sido repetidamente premiadas.  "A la vez que una reflexión sobre mi catalanidad, este libro quiere ser una advertencia de que el catalán está también fuertemente amenazado en Catalunya y que, si no se pone remedio, puede ocurrir como en el Rosellón, donde la lengua está prácticamente muerta", argumenta. Sin caer en el panfleto ni echar mano de estadísticas, ofrece "una crónica amena que explica la realidad de mi pequeño país y trata de romper la frontera mental que separa la Catalunya francesa de la española".

Rosa Pinol

Joan-Daniel Bezsonoff: «El català és un dialecte de luxe»

1. • L’autor de ‘Les amnèsies de Déu’ explora la catalanitat de la Catalunya Nord a l’obra autobiogràfica ‘Un país de butxaca’

foto de Joan Puig

 –A Un país de butxaca parla de l’assassinat d’una llengua.
–He intentat explicar la catalanitat a la Catalunya Nord i a l’Estat francès. És necessari estudiar la trista història del català al Rosselló per mostrar el que pot passar a Catalunya si badeu.

–Però diu que fa 20 anys que el català es mor a la Catalunya Nord i encara viu.
–Va aguantant. Però a Catalunya hi ha gent que ve de fora, molts hispans, i a ells no els fa falta aprendre català per entendre’s. Hi haurà un moment en què ja no es podrà aguantar perquè no hi ha un estat darrere i a l’Estat espanyol no li interessa la supervivència del català, al contrari, vol que desaparegui i el que hem viscut allà pot passar aquí. Ho explico a través d’una història familiar que permet comprendre com està desapareixent el català al Rosselló. Aquí és més complicat perquè hi ha un sentiment nacional, etcètera. Però ja veurem què passa d’aquí 50 anys.

–¿Quina és la solució?
–Al Rosselló, nosaltres us necessitem i vosaltres no ens necessiteu. No és gens positiu per a una llengua perdre part del seu territori. El català és una llengua poc difosa i si comencem a perdre el Rosselló, l’Empordà... ¿què queda? El que s’ha de fer és intensificar les relacions personals entre les dues bandes de Catalunya i amb el País Valencià i intentar crear un espai català real amb la gent. Ja existeix un espai cultural català: hi ha revistes, diaris... però hem d’intensificar les relacions personals, amistoses, amoroses... viatjant, parlant amb la gent del país. S’han de trencar les fronteres mentals.

–Per tant, ¿amb la cultura no n’hi ha prou?
–Catalunya és un cas molt curiós i estrany: és un país sense ser-ho, sent-ho. Tenim una literatura important, hi ha diaris, tenim Tintín en català... però no tenim paquets de tabac, ni pornografia en català. I si vols documentar-te sobre la segona guerra mundial en català, per exemple, no trobes res. El català és un gegant entre les llengües petites i un nan entre les importants. Jo en dic un dialecte de luxe. Juguem a la Lliga de Campions però som un club de Segona Divisió. Jo he volgut explicar aquesta situació trista d’una manera divertida.

–Els seus avis, els padrins, li van descobrir la catalanitat.
–Em van donar les claus del cotxe, després amb el cotxe he anat on jo he volgut. Però sense les claus no el pots arrencar. La llengua és la clau.

–S’emociona quan escriu del seu avi però no tant amb el seu pare.
–L’estimava molt, aquell home. El meu oncle Jaume tenia un català extraordinari, de la Cerdanya francesa, però sempre deia que el català no és un idioma, ni una llengua, que era una merda, que no servia per res... i el meu pare, encantat, deia que escoltés el meu oncle. Va ser insuportable sentir aquestes tonteries, aquesta humiliació permanentment, durant la meva infància i adolescència. A la Catalunya Nord el més important és França, els seus referents són francesos i els han inculcat que el català és una llengua de segona. A la gent li dol que el català desaparegui però no elparla.

–Cognom rus, nascut a Perpinyà, escriptor en català... A la mili llegia el Diccionari de Pompeu Fabra. A París buscava catalans a les zones turístiques. A Prada, a la Universitat Catalana d’Estiu, Jean-Daniel es va convertir en Joan-Daniel.
–A la mili em vaig catalanitzar del tot. A París trobes gent que parla català. Prada és com l’aigua de Lurdes, miraculós. En surts purificat.

–Quan va publicar Una educació francesa va dir que s’estava curant de ser francès. ¿Ja s’ha curat?
–No del tot. Ara, amb aquest llibre, m’agradaria que la llengua dels avis tornés a ser la llengua dels llavis. ¡Tradueixi això a l’espanyol!

Entrevista a

Joan Daniel Bezsonoff

“La història va en contra nostre, però la geografia és per a nosaltres”

<!--[if !supportEmptyParas]--> <!--[endif]-->

Carles Cabrera

Joan Daniel Bezsonoff (Perpinyà, 1963) és novel·lista i professor de llengües francesa i catalana a l’institut Clos Banet de Perpinyà, actualment Pablo Picasso. Els seus primers llibres, Les rambles de Saigon (1996), Les lletres d'amor no serveixen de res (1997), La revolta dels geperuts (1999) i Les dones de paper (2001) aparegueren publicats al segell nord-català Llibres del Trabucaire. El salt a una editorial de Barcelona es produí arran de la impressió de La presonera d’Alger (2002) a Empúries, on han vist la llum també les tres novel·les següents: La guerra dels cornuts (2004, premi Just Manuel Casero 2003 i Méditerranée Roussillon 2004), Les amnèsies de Déu (2005, premi Salambó 2006, Maria Àngels Anglada 2006 i Joan Crexells 2007) i Els taxistes del tsar (2007). El seu darrer treball, Una educació francesa (2009), que neix a partir dels articles que abans havia redactat per a la revista L’Avenç, és publicat per l’editorial que duu el mateix nom.

<!--[if !supportEmptyParas]--> <!--[endif]-->

P-. Un entrevistador un tant tòpic començaria per demanar-vos com veieu la situació de la llengua catalana al Rosselló, cosa que deveu haver respost mantes vegades, però si no ho faig ho consideraran una negligència meva.

R-. Evidentment. Aleshores ho dic. Si considerem que el català parlat al Rosselló és evolució directa del llatí vulgar, la situació és desesperant. La transmissió intergeneracional és gairebé inexistent, i el català està desapareixent. Com diu sovint mon oncle, aquí enterrem força catalans i en bategem molts pocs, i així no podem anar enlloc. Això durant molts anys em va preocupar força, però ara ja ho he acceptat.

P-. L’altre gran escriptor rossellonès de la vostra generació, Joan-Lluís Lluís, una volta va oferir un panorama desolador per al futur literari del Nord. Lamentava que ja no sentíeu al clatell, com acaba passant sempre, l’alè d’una generació d’autors rossellonesos joves en català que volguessin arraconar-vos. És més esfereïdor encara que haver de sentir-lo!

R-. No sé pas el que vindrà perquè no sóc pitonissa. Desconec què passarà d’aquí a cinc o deu anys. De moment, efectivament, no hi ha, que jo sàpiga, al Rosselló, creació literària d’autor jove en català, però potser se’n conrea. Fa vint anys ningú sabia que jo escrivia i podien haver fet la mateixa observació. 

 P-. En tant que crític literari, com veieu l’estat de la literatura catalana actual?

R-. Actualment, a la literatura catalana tenim una gran quantitat d’autors de segona filera de gran qualitat, però no posseïm autors excepcionals de la talla de Josep Maria de Sagarra, Mercè Rodoreda, Josep Pla o Llorenç Villalonga. Tenim bons escriptors, però ens manquen genis. Baltasar Porcel, per exemple, un gran novel·lista, no era un geni; era un magnífic intel·lectual amb una cultura immensa i capacitat de creació, però les seves novel·les resulten desiguals. No hi ha genis, doncs, amb l’excepció −encara que tampoc el consideraria un geni− d’Albert Sánchez Piñol, que ha aconseguit el que jo potser no aconseguiré mai: ser el Frank Sinatra de les lletres catalanes. Vull dir que Piñol és algú que té una veu impressionant i que, alhora, agrada al públic, com Sagarra. Són escriptors que posseeixen una qualitat literària innegable, i al mateix temps saben connectar amb els lectors. I el problema de la literatura catalana és que és una literatura de professors, i molts professors no poden esdevenir bons escriptors. Has de triar. Un catedràtic fa una literatura avorrida en lloc d’escriure una història que pugui atreure la sensibilitat del públic. Experimenten amb la literatura. A mi, però, no m’agraden els experiments.  L’originalitat ha de venir tota sola, perquè si la cerques és un fracàs. Llavors el que vols és épater, i jo senzillament vull épater la gent amb el meu estil. Des dels grecs, tot s’ha intentat. Aleshores, nosaltres, com deia Voltaire, hem de conrear el nostre hortet i elaborar el millor producte possible. L’escriptor convertit en artesà, bo o dolent, això ja ho decidirà el temps, però un artesà al cap i a la fi. Cal fer les coses tan bé com puguem, però és una beneiteria que ens prenguem a nosaltres mateixos per demiürgs.

P-. De la crítica literària actual, quines signatures seguiu amb més regularitat?

R-. M’agrada molt Vicenç Pagès, i no hi té res a veure que siguem amics. És perquè el consideri molt bo. M’agradava molt també Xavier Vidal-Folch, que ara fa temps que no el llegeixi. Qui treballa molt seriosament també és Xavier Cortadellas. És pencaire i honest, i això es veu. Als blogs, també hi trobes bones recensions, de vegades més i tot que les dels crítics.  N’hi ha un, de crític famós, que no citaré, que estic convençut que no s’ha llegit cap dels meus dos darrers llibres per ressenyar-lo, i això es nota claríssimament. Ho entenc perfectament: tothom s’ha de guanyar la vida.

P-. Darrerament, la vostra tasca com a crític us ha menat a una polèmica per haver declarat rotundament, en una recensió a El Temps, l’espanyolisme de Gaziel que es desprèn d’assajos com Quina mena de gent som amb motiu de la reedició de Pòrtic. Però vós ja us les cerqueu una mica aquestes polèmiques, oi?

R-. De fet, no. Tinc el defecte de dir sempre el que pensi. Gaziel m’agrada molt com a escriptor. Jo he après a llegir català amb Gaziel. Ara, la gent que ha opinat sobre el tema, em fa l’efecte que no s’ha llegit el llibre. No faig ciència-ficció, simplement, comenti un llibre que tinc documentat i que he llegit i en què adverteixi un espanyolisme ranci subjacent. Em doni la raó a mi mateix en un 80%. Ara, això no té res a veure amb la seva qualitat com a escriptor. És una observació. El meu amic Xavier Pla –per cert, un bon crític també- m’ha escrit per dir-me que anava del tot equivocat i que ell, a Gaziel, l’havia llegit molt i bé. Però jo, de frases espanyolistes,  n’hi he trobat un garbell que signaria qualsevol dirigent del PP. I a més, què passa? Li va tocar viure el franquisme. Però com a català del Rosselló –encara que he de reconèixer que la cultura castellana m’agrada molt- m’empipa que sistemàticament parli de les Espanyes i que tingui l’imaginari espanyol al cap: Salamanca, Badajoz, Trujillo, Portugal... Pla, en canvi, essent molt criticat, té un univers mental representat per Catalunya. Dedica un llibre al Rosselló, un a Mallorca, es passeja per tot Catalunya... Era un home molt contradictori, però plenament català, mes Gaziel, mig partit entre Espanya i Catalunya, mira de reconciliar tots dos països i juga a fer de Cambó. Em fa l’efecte que no parla mai de Mallorca, i a Perpinyà, no hi dedica ni una ratlla. És un espanyol que escriu en català, però tant és que se’n senti, perquè, si no, només podríem llegir Pedrolo, Pere Quart i quatre independentistes tronats. Hi ha escriptors amb els quals podem combregar que resulten lamentables, i escriptors espanyolistes que escriuen molt bé. Jo no cerqui la provocació, però si fa publicitat, endavant. Per mi, era tan evident això, quan escrivia l’article... Voldria que la gent, tanmateix, abans d’opinar es llegís el llibre. És possible que jo, com que sóc del Rosselló, no entengui el català; ell era de Sant Feliu de Guíxols i potser hi ha expressions que jo no entenc [riu]. Ara que a Espanya hi ha una democràcia relativa és molt fàcil parlar d’aquell temps en què et podien venir a cercar a casa a les tres de la matinada. 

P-. I per cert, que ni en el darrer llibre ni en cap altre les crítiques us han tractat malament, però particularment en Una educació francesa un bon nombre d’analistes hi han girat la vista. Heu dit algun cop que publicant al Rosselló tothom us ignorava, aquesta etapa resta superada definitivament?

R-. Sí, crec que sí. De tant en tant baixi a Figueres a cal barber i la gent em diu que m’ha vist al diari, a la televisió, i em coneixen, mentre que al meu país sóc un perfecte desconegut, la qual cosa resulta avantatjosa.  

P-. Us considereu ja un escriptor català de primera fila?

R-. No, de moment, no. Potser és exagerat dir-ho, però tinc cert talent; ara bé, no em consideri genial. M’agradaria ser Tolstoj. Me’n vaig adonar -perquè he trigat molt a adonar-me de la meua mediocritat- arran d’Els taxistes del tsar, que havia de titular-se Els germans Bezsonoff, però ja hi havia Els germans Karamàzov de Dostojevskij i al seu costat jo em sentia un nan. Tots els escriptors seriosos hem d’ambicionar ser Balzac, perquè com va dir Victor Hugo: “Chateaubriand o res”. Hem de ser Chateaubriand, i si no ho aconseguim hem d’admetre el nostre fracàs. Ara bé, també hem de ser realistes. Hi ha gent que tenen molta més ambició que mitjans.  

P-. Quantes llengües sabeu parlar?

R-. La llengua que domini més i parli millor és el francès. Després ve el català, que no conec tan bé com el francès, el castellà, que puc llegir, escriure i parlar fàcilment, conec bastant bé l’occità, l’italià estàndard el puc llegir perfectament, el portuguès escrit, i tinc competències en romanès. Val a dir que totes són llengües neollatines. L’anglès britànic l’entenc bé i el puc llegir. De rus tinc el vocabulari d’un infant de sis anys, és a dir, que puc llegir un còmic però, de moment, per empassar-me Puškin ho tinc pelat. I el llatí el llegeixi bastant bé i el parli amb els professors de llatí per criticar el veí sense que aquest ens entengui. Això ho he fet de vegades a l’Institut.

P-. A Una educació francesa reconeixeu una especial estima per la llengua occitana. En quin estat es troba el diccionari català-occità que havíeu de publicar amb Llibres de l’Índex?

R-. El tinc ben avançat, amb 12 000 entrades fetes, però m’agradaria arribar a 20 000, mes Llibres de l’Índex m’ha afegit a l’índex de llibres interdits.

P-. Com el veieu aquest moviment, ara ja una mica fora de lloc, d’agermanament catalanooccità, creieu que realment formem una sola comunitat lingüística?

R- No. Això és molt complicat. Hi ha un llibre extraordinari que tothom hauria de llegir i que és una aventura intel·lectual titulada La il·lusió occitana d’August Rafanell, en el qual justament l’autor es fa aquesta pregunta, i al final de la lectura, no ho sap. Crec que el català és una llengua diferent de l’occità per raons polítiques. Els catalans han sentit que era una llengua diferent. Si agafes l’occità de Narbona i el català de Perpinyà són tan semblants que jo, a la primeria, entendria més bé un pagès de Narbona que un pescador de Mallorca. Almenys al començament, perquè compartim molt el vocabulari, però si és una persona llegida, un català del Rosselló entendrà més un poema d’Estellés que no pas un de Mistral. Amb el criteri de comprensió no n’hi ha prou per definir una llengua, perquè entenem perfectament l’italià de la televisió però no és la mateixa llengua. Per mi, és més fàcil entendre un italià que no un quebequès, i això que parla francès. Per tant, cal que hi hagi també un sentiment de pertinença a la mateixa cultura, i així, el valencià serà el català del sud, sempre que una majoria d’intel·lectuals, professors, lingüistes i escriptors el considerin com una variant del català, però el dia que tots els valencians –i n’hi ha molts ja- decideixin que allò és una altra llengua, ho serà, encara que s’entenguin. El cors durant molts anys havia estat un dialecte de l’italià, mentre que ara estan creant una llengua unitària unificant llurs dialectes perquè consideren llur parlar diferent de l’italià i tenen un sentiment de pertinença propi. Per tant, l’occità i el català són llengües bessones però diferents. Hi ha molts occitanistes, tanmateix, que opinen que el català és una variant de l’occità. Els occitans van tenir la sort de tenir un conreu literari anterior al nostre –és l’únic avantatge que ens treuen-, però no parlem un occità degenerat com ells es pensen. Això és un imperialisme subjacent insofrible.

P-. Tornem a les novel·les. Un professor universitari explicaria als alumnes que conreeu la novel·la històrica amb una certa atracció per les guerres (la d’Algèria, les dues guerres mundials...) i els escenaris exòtics. Ho subscriviu?

R-. Sí, per facilitar la feina als col·legues, que han de transmetre idees clares a la mainada. Però no escrigui ben bé novel·la històrica perquè la meua teoria és que aquesta comença abans del naixement dels nostres avis. No puc novel·lar la Guerra Civil espanyola perquè he conegut testimonis directes que l’han patida en pròpia carn, en canvi, ara sí que ja es pot novel·lar la Primera Guerra Mundial perquè tothom s’ha mort. No hi crec gaire, de tota manera, en aquesta mena de novel·les, perquè no ens podem imaginar com pensava un català del segle XV... Si ja ens costa prou d’entendre els altres pobles... O la nostra parella! El que sí que té d’interessant la novel·la històrica és reconstruir-la en el temps que va ser escrita: hi ha la Roma reconstruïda el 1820, la del 1840... I tampoc no crec en categories simplificadores. Les etiquetes les posen només per guanyar temps.

P-. El que també s’incrusta sovint a les vostres obres, tant a les novel·les com als mateixos articles d’Una educació francesa, són els interessos personals (les trifulgues lingüístiques, el cinema, la música...), de la qual cosa, poc o molt, se serveixen tots els escriptors.

R-. Les trifulgues lingüístiques són normals perquè visc en un país de frontera: l’Estat espanyol, el francès, Catalunya, Occitània, Andorra... A més, per a un escriptor, el llenguatge constitueix la matèria primera, i és fascinant sentir les expressions diferents que adopta cada llengua: Déu n’hi do, per exemple, com ho tradueixes això a l’espanyol? O sentir que els mallorquins i els rossellonesos emprem ca, o el xe valencià. No m’estranya que els catalans estiguem embadalits amb la filologia perquè això representa un tresor permanent.

P-. De vegades, en petit comitè, us hem sentit cantar en espanyol alguna cançó o parlar-hi. Ho feu un poc per tocar el voraviu als sud-catalans? És allò del treball que dieu que escriureu un dia de Jo no sóc espanyol, però vosaltres sí que ho sou?

R-. No ho dic per la gent catalana conscienciada, que n’hi ha, amb què m’agermani. Ells m’han iniciat i m’han ajudat a espolsar-me els prejudicis francesos. Ho faig per la gent normal i corrent, que majoritàriament se sent espanyola. Jo, de moment, sóc ciutadà francès i pagui impostos a França i, en conseqüència, no estic sotmès a l’espoli fiscal d’allà. Jo agafi el meu votura i al Principat trobi autorutes i peatges pertot arreu, però si surti del Principat, a partir de Castelló, tot és de franc. ¡Que paguen los catalanes! I això tothom ho troba normal. Doncs no. A mi m’és igual perquè hi baixi de tant en tant. No sóc català si vols, en sentit estricte, però és que ho veig tan evident que a Catalunya li convé la independència...

P-. Voldria ara, que en comptes de parlar l’escriptor, donéssiu pas al professor d’institut. Com valoraríeu el nivell educatiu a l’Estat francès?

R-. El nivell escolar actualment és lamentable. Una estafa permanent. A França es puntua de 0 a 20, però tenim un paquet de 150 exàmens i la nota mitjana ha de ser mínim un 8 i, des de fa poc, no podem puntuar menys de 4 perquè es considera una qualificació humiliant. Pots insultar al professor al control, perquè això ja et puntua amb un 4. Sóc conservador i entenc que l’escola hauria de tornar al despotisme il·lustrat. És a dir, un lloc on el professor sigui el professor, que imposi una disciplina justa i estricta alhora, i on el tractin de vós. Ha de ser un espai per aprendre, i si cal, que sigui avorrit. No hi ha res més avorrit que aprendre a conduir posem per cas. Després el que passa també és que els rics paguen per apuntar els fills a escoles solvents, i la gent pobra els matricula a escoles indignes de segona categoria d’on els fills no surten preparats. I això se suposa que és la democràcia. Com més va, menys hi crec, en la democràcia.

P-. Per acabar, ara sí, un missatge en clau positiva. Quin és el futur que es debana per a la llengua catalana al Rosselló? Què en podem esperar?

R-. Abans ho veia molt negre, però ara em sembla gris. El català com a llengua majoritària, de moment, s’ha acabat. Hi hauria d’haver un canvi de mentalitat perquè les coses canviessin. Actualment, vivim un debilitament dels Estats-nació, que han afluixat molt –no tant com diuen, per això-, i els francesos se senten cada cop menys francesos. L’Estat francès està perdent competències i això ens pot servir, perquè com jo dic sempre la història va en contra nostra, però la geografia és per a nosaltres. Tenim Barcelona a dues hores i mitja amb votura, però per molta via que facis mai no et plantaràs a París amb votura en dues hores i mitja. Per això no volen que el TGV arribi a Perpinyà. Quan arribi ja ho veurem, però el TGV tampoc ho salvarà tot, si bé pot ajudar a crear un entorn agradable. Per això, em declari un pessimista moderat, també perquè el pessimisme no serveix de res. Cal fer-ho com més bé millor, com si hi creguéssim, encara que potser no ho aconseguim... Hi ha una rosa en algun lloc de la muntanya, potser no la trobaré, però l’hauré cercada tota la vida... almenys hauré tingut un ideal. No hi ha res pitjor que la gent que no té ideals. Crec que la vida sense il·lusions només és una il·lusió.

article de Bartomeu Fiol publicat a D.Balears.cat    

Malgrat el seu patronímic rus, Joan Daniel Bezsonoff (Perpinyà, 1963) és un excel·lent i prolífic escriptor rossellonès en llengua catalana que mereix la major atenció tant per la claredat del seu pensament com per la força i gràcia de la seva escriptura i de la seva llengua, perifèrica sens dubte però catalaníssima. Perquè es tracta d'un doll de llengua fresca apresa encara directament dels llavis dels seus padrins, en un poblet de la plana rossellonesa tan petit, Nils, que a "les metròpolis de cinc-cents habitants" dels voltants era conegut com "la capital". Un lletraferit universitari que, gairebé per miracle -sense pràcticament cap guiatge acadèmic-, va fer la seva tesi doctoral sobre Bearn, del nostre Llorenç Villalonga.

Professor de llengua catalana, després de guanyar les primeres oposicions a aquest efecte convocades pel sistema universitari francès, finalment va veure editades les seves primeres novel·les per l'editorial Trabucaire de Perpinyà. Però no ha estat fins que va poder veure publicades a Barcelona, per Empúries, La guerra dels cornuts (2004), Les amnèsies de Déu (2005), Els taxistes del tsar (2007) i Una educació francesa (2008) que la seva obra ha aconseguit la recepció que realment es mereixia i es mereix.

Ara la mateixa editorial, Empúries, acaba de treure al mercat Un país de butxaca, que és un llibre molt sui generis, autobiogràfic i testimonial com els dos anteriors, de fàcil lectura per la senzillesa i brevetat dels seus períodes, el saborino del seu llenguatge dialectal i la sinceritat de les seves opinions. Per descomptat, donar testimoni -com Bezsonoff fa amb tanta eficàcia- d'Un país de butxaca, suposa al mateix temps donar igualment testimoni d'una llengua de butxaca, esdevinguda quasi privada perquè, en definitiva, "al nord de l'Albera, la gent no se sent catalana del nord sinó francesa del sud" ja que "s'ha de veure la realitat tal com és i no tal com ens agradaria que fos..." I quan, de bon començament, ens diu que no pretén contar-nos la seva vida, perquè "no té gaire interès", afegeix poc després: "Només he conegut la mort d'una llengua. Un assassinat programat amb milers d'assassins i còmplices".

Tanmateix, causa admiració -si és que ens és llegut de reconèixer-ho sense embuts- com, en tan adverses circumstàncies, han pogut sorgir d'aquest país de butxaca, amb una llengua ad usum privatum sols per a uns pocs, dos escriptors de tanta talla literària i humana -o humana i literària- com Joan Daniel Bezsonoff i, també, Joan Lluís Lluís, l'autor d'Aiguafang. Sense espai per a poder estendre'm més, no puc deixar de consignar algunes de les opinions manifestades amb tanta llibertat i independència com les següents: "Vicent Andrés Estellés, per a mi, és el millor poeta català del segle XX"; "Gaziel és el gran oblidat de la nostra literatura"; "Per als nord-catalans de la meua generació, el català és la llengua dels avis però mai no la dominarem com el francès... Malgrat tot, em fa l'efecte que escric millor en català perquè no conec tantes frases fetes..." "Els autors catalans em van ajudar a descucar els gal·licismes del meu parlar. Ara, els meus mestres són els novel·listes francesos i russos"

Un estudi de Florenci Salesas, mot profund.

 http://florencisalesaspla.blogspot.com/2010/02/un-pais-de-butxaca-de-joan-daniel.html

Ja tenim aquí, per fi, Un país de butxaca, l’esperada última obra de JoanDaniel Bezsonoff, publicada per Empúries.

Fa unes setmanes vaig parlar d’un altre llibre amb un exagerat entusiasme, tot i que ho vaig fer el mateix dia que me l’havien regalat i amb prou feines n’havia llegit una tercera part. Crec que vaig ser clar llavors que el meu estat anímic com a lector no era l’habitual, també. Ara, ja dec haver consumit la meitat dels textos. Em segueix semblant un llibre magnífic, encara que matisaria, com ja vaig anunciar que passaria inicial.

Amb Un país de butxaca, he usat un sistema antipòdic. D’entrada, ja fa sis dies que el tinc. Me’l vaig empassar sencer el primer, d’una tirada, sense presses, mirant de paladejar cada frase —i quines frases!—, però sense aturar-me per cafès a cap àrea de servei. No era un pla preconcebut. De fet, aquell dia tenia massa feina. Però no podia parar de mirar endavant. Reia, plorava, pensava. M’emprenyava, m’entendria, m’embadalia. Vaig experimentar i pensar moltes més coses, totes bones perquè totes em feien sentir molt viu, molt acompanyat.

Podia haver engiponat un article si fa no fa clònic a aquell, fent cas a la primera manxada de sang que arribava al cervell des del pit, au! tornem a malbaratar la paraula obra mestra! Una per setmana! Vinga, va, que ja no ve d’aquí! En aquest cas, però, no ho vaig voler fer. El llibre m’havia afectat massa. No estava bé procedir així. Mai ho és, de fet. És una manca de respecte.

Me’l vaig llegir de nou, ara més atent, a veure si descobria els fils on penjava Superman. Només començar, em vaig oblidar la lupa que empomava, sense adonar-me’n. En arribar al final, el meu cor encara s’havia amanyogat més que el primer cop. La tercera lectura —ara en tres sessions— la vaig fer en veu alta, davant una pobra víctima que no se’m podia escapar. Resultat: èxit a dos, malgrat els entrebancs episòdics de la meva llengua. Ara jo ho puc començar a dir amb una veu una mica més alta: no sé si aquest llibre és una obra mestra, però me l’estimo. I cada vegada més.

Diu la contraportada:

“Després d’haver indagat els seus orígens russos (Els taxistes del Tsar), i després d’haver explotat la seva infantesa francesa a Una educació francesa, Bezsonoff ens confia el seu descobriment de la catalanitat i com s’ha convertit en un autor català”.

I és ben cert. El resum és perfecte. En aquest sentit, Un país de butxaca representaria la batalla final d’una llarga guerra contra el desballestament de tot el món que l’autor estima, de totes aquelles coses elementals sense les quals no sabem ni el què som, ni el nom que tenim o tenen el terra que trepitgem, el paisatge que ens envolta, les plantes, els animals, els oficis i les seves eines, i per què tot és així i no d’una altra manera.

Tota la seva obra ha estat d’alguna manera una autèntica conflagració. Primer comptava amb molts poc i mal armats efectius, sobretot editorials. Les seves aproximacions tenien més d’estratègia guerrillera que de una gran guerra d’aquelles, amb batalles vistoses a camp obert, com les d’Austerlitz o Borodin. I no és que no fessin mal aquells atacs d’amagat. Algunes de les pàgines més belles que ha fet aquest autor es troben en aquelles primeres escaramusses. En aquest sentit potser la seva primera gran sortida a camp obert podria ser la que va fer amb l’apoteòsica Les Amnèsies de Déu, la seva última obra de ficció pura.

Encara que això no deixa de ser una elucubració discutibilíssima —de què parla aquest? Batalles? Guerres? En quin sentit ho diu? Això ho fa per fer-s’ho venir bé. Per què Les amnèsies de Déu, precisament? No era prou gros el que va passar a Vietnam, a Alger, a Verdun?— i potser idiota metàfora, ja sé el que em dic. A les amnèsies de Déu, el dit que fins llavors no havia part d’assenyalar l’estat francès com a culpable d’alguns mals ocasionats a alguna part que en formava part (Occitània, Catalunya), aquí la culpa s’estenia a un mal fet a tota la societat francesa en pes. Si tots els altres llibres podien ser incòmodes per protestes de l’estil “França, mira que has fet a la meva gent!”, a les amnèsies, el clam era més compromès “França, mira que t’has fet a tu mateixa!”. No és que la línia divisòria sigui tan clara ni que aquesta acusació fos aquí el primer cop que apareixia. Però sí que a les amnèsies, fora part la universalitat de tot el que allà s’explica, per humà, els aspectes polítics concrets de la obra furguen sense pietat una de les mentides més grans de la història recent de la República.

Arribat a aquest punt d’asfíxia, els taxistes fou la primera aproximació, gairebé una novel·la detectivesca, en la que s’entrecreuaven l’experiència vital i les investigacions del propi autor, i la dels seus avantpassats russos. I sí, començava aquí una nova etapa en la qual l’autor volia fer net amb la seva identitat i, de pas, a mida que s’anava donant eines per entendre’s a si mateix, les anava passant als lectors generosament, sobretot els catalans, I quan dic catalans no vull dir només catalans que viuen dins el triangle del Principat, aquell que acostuma a resumir-se amb un número 3 ben gros al costat.

L’educació era un llibre que presentava la innocent aparença d’inventari nostàlgic de la vida d’un nen català que ha hagut de viure en diversos indrets de la geografia gala, escrit amb l’humor, tendresa i gust pel detall habitual. De tant en tant, però, l’autor ens regalava frases tremendes, amb les quals, només que fóssim un poble una mica més violent —o amb més autoestima, perquè la història demostra que a l’hora de ser uns salvatges ho hem estat com qualsevol altre— les escriuríem en una bandera que abrandaríem abans de començar a tallar caps d’imbècils. Per sort, i ara que m’ho penso millor, l’elegant ironia amb que estan servides desactivaria, al moment, la idea. Un cop les comencéssim a amplificar damunt un drapot enorme de color blanc, ens adonaríem que quadren molt millor dins el debat dialèctic, el cos a cos de cervells. I jo que me n’alegro, mira.

I al final amb Un país de butxaca arriba a Catalunya. La seva Catalunya, amb Nils a l’epicentre, com a capital no ja de Catalunya sinó de França i tot. Una vegada l’autor toca el centre de la Terra, com a la novel·la de Jules Verne, ja no s’està de res. Però aquesta capitalitat no és només una broma, que sí, també. Per a ell sí que ho és la capital. No cal fer un gran esforç per entendre que el que ens està dient és que cadascú ha de trobar la seva capital, la capital de la seva identitat, de la seva ànima. No estem parlant d’una ciutat o poble estranger que estimes amb delit, amb passió d’enamorat —un pot perdre el cap per Tananarive, per exemple, i tenir de natural de Madagascar com jo de truita d’aigua— sinó d’aquell lloc on hom diu, no “això és casa meva”, sinó una cosa molt més profunda: “jo sóc això”.

Parlem d’un verb “ser” que vol dir ser-ho de debò, ser-ho de manera que sinó ho fossis, ni existiries, no que “t’hi sentis”. Jo sóc perfectament lliure de sentir-me més tananariveny que sitgetà, si vull. M’hi puc sentir més “identificat”. Però Tananarive no m”’identifica” per res. Em prendrien per boig si digués que sóc tananariveny. Si dic que sóc sitgetà, no. Faré ràbia, riure o enveja, però la cosa serà clara.

El trist del cas, un dels temes que recorre el llibre de cap a cap, és l’analfabetisme que tenen tants i tants catalans (i occitans, i bretons, i el que sigui) que no tenen ni la més idea quina és la seva capital. Encara pensen que és Paris, Madrid. O potser sí que també Tananarive. I no sempre són altres, les anomenades “capital de departament” a un estat, “capital de província” a l’altre, tampoc. Cal buscar, remenar bé. Què cadascú faci la seva feina. Si vol, és clar.

L’autor no té cap problema d’explicar-nos com s’ha rebuscat a si mateix, quines eines ha emprat i quins han estat els savis mestres que l’han guiat pel camí: els seus estimadíssims padrins. Més enrere hi ha també els tiets, els veïns i altres personatges entranyables. De tots ells, però, el principal és el padrí Jean. Els mestres més savis, els més grans, són aquells que no en són conscients. No van néixer per ensenyar, sinó per aprendre a viure, i saber viure. Aprèn d’ells qui els observa. El padrí Jean, de vegades s’espanta, es preocupa que el nen no aprengui massa. El savi s’adona dels perills... No enteneu res, ho sé. Millor. El llibre ho explica molt bé. Aneu comprar-lo, a robar-lo, fel que sigui, feu el que vulgueu —si escolliu la primera opció no tindré tants problemes amb l’autor i l’editor, si llegeix això— i us quedarà clar.

Dèiem al començament que aquest llibre és com la batalla final. Si ens posem dramàtics podríem afermar que en aquesta batalla s’hauria de saber quin bàndol s’endurà la victòria. Literàriament parlant, per mi no hi ha cap dubte que la guanya el general Bezsonoff, amb una bateria d’arguments incontestables. Ni les ganes de passar comptes, impúdicament personals, no li mulla la munició. Joan Daniel se’m figura en aquests moments com una mena de Quevedo menjagóngores, de Nils, amb un estil literari diferent, també. Molt sospito, ai! que no hi ha oponents dignes del poeta cordovès per contestar amb un còctel tan exacte de virulència i art. Les veritats que dispara volen cap amunt com freesbees i tenen tan de pes com rodes de molí. Planyo els desgraciats panxacontents, afartats amb “veritats” oficials, surtin al llibre o no, anònims o amb noms i cognoms. Com que els freesbees ja estan escrits, ja no són a temps d’apartar-se quan cauen en forma roda de molí. Aquests idiotes, encara que l’escriptor aconsegueix descriure’ls, en poques paraules, en unes tres dimensions que no mereixen, ja venien plans de fàbrica, a la mateixa vida real, abans de restar esclafats com un paper per l’impacte esmentat abans.

Trobem aquí i allà el millor de l’autor i res del pitjor, o tan poc que se m'ha passat. És la seva obra més perfecta? No ho sé, però ja us dic que em fa mandra agafar la lupa una altra vegada. No agafo la lupa per buscar-li les coses lletges a la meva estimada. Però com deia abans, aquí troba un equilibri que se li esperava. Hi ha aquelles descripcions en les que t’hi trobes, que sent parlar el paisatge, les cambres; l’humor únic de la casa, amb aquelles punchline al final, digna de les millors sèries de televisió d’humor britàniques clàssiques, o de final de pàgina escrita per Goscinny, de vegades una frase de diàleg, altres un narrador murri; la mala llet en veu baixa però no callada; les anècdotes espatarrants o tràgiques; els diàlegs antològics —la trobada amb el taxista valencià, totes les converses, de vegades amb només un parell de rèpliques fabuloses, amb el padrí, etc.—, les cançons, fragments de pel·lícules, poemes, en les llengües més variades; els girs plens d’emoció, plens d’autèntic sentiment, on l’autor es despulla l’ànima com el kamikaze que és, d’una manera que fa mal... Tot, hi ha tot el catàleg Bezsonoff al complet! I, a més, degut a la natura del llibre, pura narrativa de cap a peus, alhora que bloc de notes on apuntar reflexions, tot allò que en les novel·les es veia forçat, aquí flueix amb una desimboltura i harmonia hipnòtica que rivalitza amb els cops de malucs d’una mestra de la dansa del ventre.

Amb tot, potser es podria sospitar que l’autor es repeteix, que no avança. Res més lluny que de la realitat, pel que interessa a l’autor de debò, que és la indagació interior i exterior, com lliga l’individu amb l’entorn. L’estil ja el té definit des del primer llibre. En aquest sentit sí que és repeteix. Del tot. Cal canviar una muntanya si ja és bonica? Si algun dia ve un aiguat o un tsunami que l’esborri o la deformi, ja ho veurem. El dia que al Joan-Daniel se li tombi el cervell i decideixi convertir-se en un Dan Brown, un Jack Kerouak o el Pitarra. Mira, hi té tot el dret, eh.

També hi ha, i això és cert, alguna afirmació, alguna comparació, algun esment, fins i tot algun bri d’anècdota que ja ha tocat abans, que ja ha estat tractat en algun altre llibre. Això és evident. Però també és cert que sense aquestes afirmacions —reafirmacions, de fet— el present volum perdria autonomia. No cal tenir La educació francesa o Els taxistes del tsar per entendre Un país a la butxaca. Els tres llibres es complementen, d’acord, però són obres totalment independents, amb estructures internes que no tenen res a veure. Per als lectors que ja coneguin els altres dos llibres que se sentin molestos de tornar a trobar algun d’aquests detalls ja coneguts, els recordaria que el que estan llegint és un llibre nou.

Em pregunto si hi ha alguna manera humana de parlar de la pròpia família en tres llibres i no reiterar característiques fonamentals a l’hora de descriure algun personatge que, per nassos, a de sortir als tres títols. I si la hi hagués ¿cal fer l’esforç de practicar uns equilibris estrambòtics de manera que haguéssim de forçar la narració final, artificialment, per tal de no repetir ni un bri del que s’ha dit? Acordem que els llibres potser es poguin agrupar en una trilogia, si voleu. Però no són una sèrie, com ho seria la de les novel·les d’Hércules Poirot de l’Agatha Christie. En una sèrie, hi ha coses que ja sabem. Qui arriba a mitja col·lecció, que s’espavili a omplir els detalls que se li escapen repassant llibres antics. Aquí això no passa. Els tres títols són, repeteixo, obres autònomes. I, per mi, el millor, el més emocionant, el més potent i profund, si això és possible, és Un país de butxaca.