Si en Els taxistes del Tsar el escritor catalano-francés Joan Daniel Bezsonoff buceaba en sus orígenes rusos y en Una educació francesa regresaba melancólico a una Francia que ya no existe, en su nuevo libro Un país de butxaca confiesa cómo se convirtió a la catalanidad después de 1985.
El autor de Nils, un pequeño pueblo cerca de Perpiñán (Francia), cierra ahora una trilogía autobiográfica ahondando en todo aquello que provocó que a partir del verano de 1985 decidiera escribir sólo en catalán y mudar "la llengua dels avis en la llengua dels llavis" (mudar la lengua de los abuelos en la lengua de los labios), según explica en una entrevista con Efe.
Publicado por Empúries, en este relato, Bezsonoff, considerado uno de los narradores actuales más originales en catalán, rememora sus veranos junto a sus abuelos maternos en Nils, "dónde todos hablaban catalán menos dos murcianos y diez franceses del interior", y cómo le transformó su estancia en la Universidad Catalana de Prada de Conflent cuando "de ser un pez en una piscina me encontré, de repente, en un mar".
A partir de aquel momento, "cogí un virus -según bromea- y rodeado de catalanes de todas partes vi que podían existir los Países Catalanes, un ente que en momentos es fantasmal, pero allí era real".
Tal como escribe en uno de los párrafos del libro, "cuando volví de Prada en agosto de 1985 tomé una de las decisiones más importantes de mi vida sin haberla premeditado. De ahora en adelante escribiría en la lengua de mí país", dejando de lado el francés que dominaba a la perfección y con el que hasta entonces se manejaba en su mundo literario.
Llegados a este punto, Bezsonoff entiende que "como mi pequeño país de bolsillo (El Rosellón), me medio parten dos lenguas, dos historias, dos propagandas, dos memorias".
Uno de los episodios más divertidos de la obra es la descripción de lo que ocurrió cuando su abuelo Jean Montalat, que hablaba un catalán "rural" sin saber quienes eran ni Lluís Companys o Pompeu Fabra, le acompañó a Prada y "se cagó de miedo cuando vio colgadas de las ventanas banderas catalanas independentistas".
Joan Daniel Bezsonoff precisa que el padre de su madre, la persona que más contribuyó en su infancia a su aprendizaje del catalán, en aquel campus universitario "se cagó de miedo, puesto que era un hombre muy conservador, al que no le gustaba el desorden, porque creía que de él nacía la injusticia".
Asimismo, este hombre es el personaje que ocupa las páginas centrales de esta historia por considerar su autor que fue "quien me transmitió la llave del tesoro que le habían legado los suyos, generación tras generación, la lengua de un país de bolsillo que nos hermana con todos los pueblos del mundo", apostilla.
Sobre sus nuevos proyectos literarios, Bezonoff dice que tiene ya a punto, aunque todavía quiere llevar a cabo algunas correcciones, La malenconia dels oficials (La melancolía de los oficiales), continuación de su novela La presonera d'Alger, del año 2002.
Además, tiene por editar una narración con el detective Sherlock Holmes de protagonista en el país de los cátaros, "pero nadie me lo ha comprado todavía, quizá porque tiene sólo cincuenta páginas".
Nacido en Perpiñán en 1963, Joan Daniel Bezsonoff, que se dedica a la enseñanza del catalán en esta ciudad, ha ganado a lo largo de su trayectoria varios premios literarios como el Just Maria Casero por La guerra dels cornuts y el Salambó y el Crexells por Les amnèsies de Déu